8 de septiembre de 2011

2.05 a.m.

Cada mujer que tuve o me tuvo
cayó como una lágrima
por el tobogán de mis mejillas.

Las vi irse,
cerrar los labios de un portazo,
jugarme a piedra, papel y yo,
esconder la mano.

Pero cada lágrima me enseño
a toc-toc-ar otras puertas,
a correr con tijeras doble filo,
a tirar la primera piedra.

Por suerte
siempre habrá algo que no sepa

siempre algo nuevo bajo
                                el  sol

1 comentario:

Anónimo dijo...

para sacarse el sombrero. o el casco, de caballero a caballero ;)