22 de mayo de 2009

Síndrome del alumno aplicado

0 comentarios
Nos enseñaron a desconfiar, a que todo esta bien mientras el otro no moleste. Nos enseñaron a que ese otro puede ser un enemigo, un contrincante o puede hacernos daño, mas nunca un compañero, siquiera un “prójimo”. Nos enseñaron a quedarnos con nuestras ideas y repudiar a cualquiera que las cuestione, mientras tallamos un abismo que nos sesga aun más.

Nos enseñaron que en las metrópolis los relojes avanzan cada vez mas rápido que saludar o hablar con un desconocido es una perdida de tiempo. Nos enseñaron a ser cadáveres vagando uno al lado del otro, y si una mirada osa cruzarse con otra, el fino hilo que las sostiene se quiebra antes de pronunciar una palabra, y las miradas levantan vuelo, escapan, como golondrinas, hacia horizontes inconexos.