A
lo largo de la historia de la humanidad se han propuesto dos tipos de
personas: Las que creen y las que crean. Por obra y gracia -o imprudencia- de la lengua
castellana hemos de notar que ambos grupos pueden decir "Yo creo", y
cada enunciado tiene perfecta validez.
Entonces, el trabajo restante quedará para
el lector. Será él quien deba completar, ad infinitum, una u otra cosmogonía,
cada vez que alguien se proclame como creyente o, por el contrario, como creador.
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